Melendi es futbolero y triunfa entre los futboleros porque huye de
solemnidades e imposturas: a él le gustan el desparpajo, la simpatía con
aroma suburbial, los abrazos frente a las ínfulas, el pincho de
tortilla antes que la crema de erizos. Es quien es y hay lo que hay. Y
un público nada minoritario lo reconoce como uno de los suyos, un
genuino chaval que representa el gracejo de los humildes.
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