Melendi y el estío son sinónimos casi perfectos. Andan los cuerpos
serranos agazapados en los meses de frío, las pibitas lustrosas y los
chicuelos apuestos velando armas durante el crudo invierno, pero en
cuanto se despejan los cielos y el Rey Sol campa a sus anchas se les
pone a unas y otros el ánimo rumboso y las cinturitas rumberas. Y es en
ese momento cuando, año tras año, emerge Ramón para ponerle banda sonora
a una nueva temporada de garbeos. Porque al asturiano nadie le pedirá
páginas inmortales para el pop español, pero sí ese desparpajo de quien
agarra una guitarra, esboza una sonrisa de lado a lado y hace suya hasta
la última loseta de la calle.
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